La oración de intercesión

La intercesión es una oración de petición que nos conforma muy de cerca con la oración de Jesús. Él es el único intercesor ante el Padre en favor de todos los hombres, de los pecadores en particular. Es capaz de “salvar perfectamente a los que por Él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su favor”. El propio Espíritu Santo “intercede por nosotros y su intercesión a favor de los santos es según Dios” (Rm 8, 26-27).

La oración de alabanza

La palabra “alabanza” viene del latín “laus”, que significa ” elogio”. Alabar, es, por consiguiente, la acción de reconocer las cualidades y méritos de una persona.

La oración de alabanza es esencial, porque es a través de ella que reconocemos la grandeza, y la infinita bondad de Dios. “Porque todo viene de él, ha sido por él, y es para él. ¡A él sea la gloria eternamente! Amén.” (Romanos 11:36).

La alabanza es la forma de orar que reconoce de la manera más directa que Dios es Dios. Le canta por Él mismo, le da gloria no por lo que hace, sino por lo que Él es. Participa en la bienaventuranza de los corazones puros que le aman en la fe antes de verle en la gloria. Mediante ella, el Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios (cf. Rm 8, 16), da testimonio del Hijo único en quien somos adoptados y por quien glorificamos al Padre. La alabanza integra las otras formas de oración y las lleva hacia Aquel que es su fuente y su término: “un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y por el cual somos nosotros” (1 Co 8, 6).